sábado, 18 de agosto de 2007

Capítulo 27

27

Ya en París, Iñaki se hospedó en el pequeño apartamento asignado sobre la Rue des Acacias, cerca del Arco de Triunfo y de los Campos Elíseos. Pensó que el vecindario populoso facilitaría su obsesivo propósito de pasar inadvertido, algo más difícil de lograr en los suburbios. No quería arriesgarse a recorrer largas distancias, y hasta por razones estratégicas (consideró intuitivamente) aunque no fuera el ejecutor de la demolición, le convenía ubicarse en las inmediaciones del objetivo. Con Manuel, su compañero parisino, debían tomar contacto con un camarero del restaurante Julio Verne, ubicado precisamente en la Torre Eiffel. Su primera batalla se iniciaba.


En el piso de la calle Goya había llegado para Madelaine el momento esperado: contemplar el desnudo de Dolores. La ocasión era para ella tan memorable como tal vez no lo había sido la presentación de cualquier cuadro que el tiempo, la gloria o la fama de su autor hubieran terminado por hacer famoso. (Velázquez, Picasso, Modigliani, Miró, Leonardo, Vincent van Gogh, Miguel Angel, Matisse, Rembrandt, Degas, Utrillo y todos sus pares, se sentirían especialmente inquietos en sus bien ganados Paraísos.) Su amiga la condujo hasta el vestidor de su dormitorio, un lugar de dimensiones mayores a las habituales para esa clase de dependencia. Cada una de las dos paredes laterales estaba ocupada por un amplio placard, pero la trasera se veía recubierta por una boisserie sobre la que no se apoyaba mueble alguno.
-No puedo creer que me hayas traído hasta aquí para mostrarme un vestidor. - Comentó Madelaine.
-Oh, no te impacientes. Aunque no lo creas, estás a poco más de dos metros de una obra de arte. - Respondió Josephine, abriendo una de las puertas del placard para introducir su mano. Actitud tan misteriosa, no tenía otro objeto que poner en movimiento el mecanismo que haría correr silenciosamente la boisserie.
(Madelaine se sintió transportada a un siniestro castillo copiado de películas y novelas de terror. Allí la invitaban a vivir una trama tenebrosa llena de peligros creados por seres temibles y monstruosos. Entonces una pregunta se dibujó en su cerebro. “¿Qué mundos recorrería su mente, cuando los comprensibles recaudos para mantener en reserva el desnudo de una mujer, le creaba tales imágenes y sensaciones?”)
Cuando el revestimiento completó su lento movimiento, dejó al descubierto un lienzo que tenía aproximadamente dos metros de ancho por un metro de alto. Dolores se acercó con seguridad y mirando a su amiga, le preguntó:
-¿Estás lista?
-Lista y anhelante. - Dijo después de superar sus tétricas visiones- y te diré que observo tus cualidades para crear un particular clima de suspense (13). Reconozco que la situación lo merece. - Admitió Madelaine. Entonces la dueña de casa descorrió el lienzo y encendió un spot cuyo haz dio de lleno sobre la imagen que quedaba visible. A pesar de su suavidad la luz permitía apreciar con nitidez toda la superficie del cuadro. Dolores no había exagerado al afirmar que Rafael era un gran pintor. La obra estaba planteada siguiendo los lineamientos de “La Maja Desnuda” pero con una diferencia fundamental: los encantos de la modelo superaban con holgura a los que se exhibían en aquel cuadro. Surgía como un destello que se trataba de una belleza más actual, que se correspondía con el atractivo de cualquier hermosa mujer de fines de este siglo. (Un crítico exigente hubiera podido opinar que se trataba de un trabajo excesivamente realista. Pero era obvio que esa técnica se había elegido para destacar mejor el expresivo rostro sonriente de Dolores.) Sus facciones, unidas al poderoso atractivo de sus formas, dejaba un fuerte impacto provocativo. En verdad, todo su cuerpo comunicaba una soberbia sensualidad, expresada en especial por sus senos grandes coronados con pezones enhiestos que parecían ligeros frutos parecían ligeros frutos sabrosos; por su cintura proporcionalmente pequeña si se la relacionaba con las caderas opulentas que Rafael había reproducido con fidelidad, y que sin embargo, no llegaban a provocar un inarmónico desborde; por sus largas y bellísimas piernas. Pero lo más asombroso resultaba la tonalidad de la piel cuyo tono aceitunado era un inexplicable símil del original. Podía creerse que el pincel hubiera recorrido la suave epidermis de la modelo, arrebatándole los sutiles tonos que luego quedarían en la tela. Aun para aquellos que no conocieran a Dolores, los matices conseguidos evidenciaban en su textura una naturalidad sobrecogedora. Realmente impresionada la visitante no se cansaba de contemplar la obra.
-Me parece espléndido, y te ves maravillosa. Ahora bien, a pesar de mostrarte apacible y en descanso, el cuadro resulta una vibrante exaltación del sexo, tiene una sensualidad exquisita. No negarás que esa sonrisa es francamente delatora.
-Ya sabes que si. - Recordó Dolores. Luego su amiga propuso un giro en la conversación.
-Lo que me resulta lamentable es que lo mantengas oculto. Es una pena que algo tan bello permanezca aquí como si se tratara de un objeto inservible escondido en un desván.
-Lo han visto algunos amigos y gustó mucho, especialmente a los hombres. Las mujeres se mostraron desconcertadas.
-Era de suponerse, pero no me refería a eso. - Interrumpió Madelaine. - Sabes que no.
-Claro, te entiendo, bueno, pocos días después de verlo, Ramiro Miranda, un amigo de Gonzalo, intentó, bueno... no era la primera vez que lo hacía. Durante unas vacaciones integrando un grupo, tuvimos un acercamiento pero no pasó de algunos besos y caricias furtivas ya que no hubo ocasión para otra cosa. De regreso en Madrid, compartimos una larga tarde de amor en su apartamento. Después supo disimular su entusiasmo, pero bastó que viera el cuadro para sacarlo de nuevo a la luz. Actuó con mucha delicadeza, pero no le dejé pasar de eso a pesar de que es un hombre agradable, atractivo y un excelente amante. Admito que me sentí más que dispuesta a ceder y no descarto hacerlo en el futuro, pero confieso que aunque a veces me resulta difícil contenerme... ahora, tengo miedo. La experiencia con Rafael fue muy intensa y aunque no te lo he dicho, difícil de superar, pero acaso tengas razón. Si te satisface la noticia, ahora hay una nueva perspectiva. Días pasados Rafael me pidió el cuadro para exhibirlo en su próxima muestra dentro de tres meses, y le prometí pensarlo. Pero cometí el error de comentárselo a Gonzalo que de inmediato dio su aprobación. Me sorprendió que lo tomara con tanto entusiasmo como si la creación le perteneciera.
Madelaine se mostró encantada.
-Admitamos que en cierto modo le pertenece, al menos la modelo, pero, ¡me parece magnífico! Tu marido es un hombre singular y... admirable. De todas maneras, te ruego no dejes de avisarme. Estoy dispuesta a volver a Madrid, aunque sólo sea para ver nuevamente este cuadro. Pero ten en cuenta, lo habrás considerado, que presentarlo al público bien puede despertar nuevas pasiones, eso es incontrolable... ya ves lo que pasó con tu amigo Ramiro. -Terminó diciendo Madelaine como si se tratara de una provocación.
-Es lo que me temo. Y estoy segura de algo... Ramiro va a volver a insistir. A los hombres no les resulta demasiado difícil fantasear con una mujer, mucho más, después de haber visto una pintura que la muestra desnuda. Es como si sólo por eso adquirieran algún derecho.- Comentó Dolores.
En aquellas palabras, su interlocutora pareció advertir un tono de resignación.
-Lo dices como si fuera un castigo que te mereces por ser hermosa, como si no tuvieras derecho a disfrutar de esa hermosura compartiéndola con un hombre. Piensa, si tu marido está de acuerdo es natural que no ignore a qué se expone. Por otra parte, si me permites un consejo y sabes lo que me cuesta darlos, deja que las cosas fluyan y no les pongas dificultades. Ya bastante difícil es todo sin que nosotros intervengamos para complicarlo más todavía. Pero si gozas con el sexo y todo el juego que se establece a su alrededor, ¿por qué privarte? Excúsame la dureza, no te estoy sugiriendo que saltes de cama en cama, pero no me parece aceptable que siendo aun joven eludas algo que le da un tono distinto a tu vida y te renueva permanentemente. Aunque más no fuera por eso, y no soy cruel sino realista, cuando seas una anciana será tarde. Hoy, por ejemplo, tienes a Ramiro que según me dices es apuesto, gentil y parece llenar tus apetencias. ¿Por qué no vuelves a acostarte con él? ¿A quién le causarías daño? Creo que sólo a ti misma, pero si no lo haces.
-No pienso contradecirte. - Afirmó Dolores.
- Entonces...
-Bueno, debes saber que mi relación íntima con Gonzalo siempre fue muy plena. Mis escapadas se debieron más al afán de aventura y novedad que a sentirme insatisfecha.
-Eso me parece muy saludable. - Sentenció Madelaine. -No hay nada peor que recurrir a otro hombre como resultado de la insatisfacción. Es frustrante y se lo goza mucho menos. ¡Es como forzarse a hacer el amor con una máquina!
Dolores insistió.
-A pesar de eso, me he preguntado muchas veces si un amante aunque signifique un disfrute adicional o distinto, ¿no es acaso también una complicación?
-Depende de como lo dosifiques. - Insistió Madelaine sin darse por vencida.
-Parece que hablaras de un medicamento. -Comentó Dolores.
-¿Y por qué no? Acaso, ¿un amante no es siempre un medicamento contra esa terrible enfermedad llamada rutina? Porque una cosa es la insatisfacción y otra realmente trágica es precisamente la rutina. ¿Y no dices tú misma, aunque con otras palabras, que esa enfermedad fue la que más de una vez te llevó a engañar a tu marido? ¿O que otra cosa quiere expresar eso de “afán de aventura y novedad”? ¿No has vuelto después ¡estimulada y feliz! a los brazos de Gonzalo para gozar con él como nunca?
-Es verdad. Siempre ha ocurrido luego de la intervención de otro hombre.
¿Entonces? - Dijo Madelaine como si a la conversación le faltara el colofón que Dolores debía ponerle. Esta no contuvo las ganas de reír, pero Madelaine se mantuvo muy seria, o posiblemente, fingía estarlo.
-¿He dicho algo gracioso? - Preguntó como al pasar.
-No sabes cuan gracioso, pero eres un encanto y también, una buena amiga.


13 En España es común la utilización del término “suspense” en lugar de la palabra “suspenso” particularmente por parte de los críticos cinematográficos.

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